Ganar una medalla de oro en unas Olimpíadas,
es asegurarse un puesto en la historia deportiva mundial, que resume en un segundo, los esfuerzos de toda una vida y de un equipo que ha apoyado al atleta
que lo consigue. A diferencia del emprendedor, el deportista puede obtener un
reconocimiento de su esfuerzo en un trofeo.
El emprendedor compite permanentemente con
una serie de factores, que van desde las montañas de trámites burocráticos que
nuestros países no han logrado desmarañar aún para facilitar la creación de
empresas, hasta las empresas y demás emprendedores que compiten por el mismo
nicho de mercado, pasando por amigos y familia que constantemente le van
diciendo que es una locura ir por la "libre", que debería buscar un trabajo de
verdad y dejar de estar emprendiendo.
Pero como el deportista, su objetivo debe convertirse en su norte de vida, siendo en el caso del atleta una
medalla olímpica, y para lograrlo debe empezar ganando competencias menores de su
localidad, hasta gradualmente ir llegando a su meta.
El emprendedor, igualmente debe de establecer
su objetivo, sin perder de vista que es un proceso de cumplimiento de etapas,
que normalmente es lento, y no puede saltarse pasos, sin riesgo real de caer
estrepitosamente.
A diferencia del deportista, no hay un galardón
por crear empleos, lograr mayores beneficios, una clientela satisfecha o un
pago mayor de impuestos, por lo cual, sin reconocimientos sociales, ni alegrías
compartidas, el emprendedor va en solitario buscando su meta, pero sin esas
fotos que le permitan recordar sus glorias o méritos, por ello, propongo al
emprendedor un sistema para constantemente mejorar su motivación, y esto es
crear un sistema de varios pasos, conseguirlos, fotografiarlos y atesorarlos
como lo que son: triunfos.
Ejemplo: la constitución de la empresa (paso
cero), mi primera venta (paso 1), mi primer cobro (paso 2), mi primer
cliente importante (paso 3), mi primer local (paso 4), mi primer préstamo bancario (paso 5), y así un largo etcétera, hasta llegar a una meta.
El problema reside en que la gloria del deportista queda en los anales de la historia de las olimpíadas, mientras, que
la del emprendedor, queda en sus archivos contables, y a veces, ni siquiera
allí.
Y sin embargo, entre ambos (el deportista y el emprendedor) se comparte la necesidad de entrenarse
(trabajar) todos los días, por ello, las jornadas
de 10 a 12 horas se convierten en
habituales (por lo menos, mientras se está en el inicio), el saltarse
vacaciones (mientras, sus amigos van de viaje), perderse momentos familiares
(no hay triunfo sin sacrificios), ser sus propios jefes (autocontrol y disciplina), normalmente necesitan
un coach, entre otros factores que nos permiten decir que entre el emprendedor y
el deportista, hay una similitud muy cercana, que se puede resumir en una sola
línea: su meta se consigue con el esfuerzo disciplinado y la convicción
absoluta, que lograr su objetivo es posible, sólo si recuerda que será ganado a
partir de su propio trabajo.
Enhorabuena por nuestro medallista olímpico:
Ruben Limardo, por un logro que pertenece a él, a su esfuerzo denodado, a su
voluntad, y a todos lo que lo apoyaron en el camino.
Espero que muchos más logren obtener su medalla de oro, no sólo en deportes, sino en la creación de empleos, en el emprendimiento,
la innovación y el desarrollo de nuestro país.
Fernando Fuentes Pinzón
@emprendovzla