En estos días de duelo, por la partida anticipada de mi padre, recuerdo una experiencia de valores que nunca olvidaré
y la comparto con ustedes, los lectores de este portal.
No creo que exista duda, que los valores y la
moral, son necesarias para poder realizar una actividad emprendedora exitosa en
el mundo contemporáneo e interconectado de hoy, y mucho más cuando se trabajan
con terceros, como socios, empleados, proveedores, funcionarios estadales y
clientes, en fin, una sociedad que aprecia ciertos valores, pueden crear una
estructura industrial – comercial fuerte.
Incluso, Kotler habla sobre su marketing 3.0, como uno de valores, y no de beneficios directos del producto, sino del
papel de la empresa o de la marca, en su relación con el entorno, y en esto, la
responsabilidad social, el branding marcario y el uso de las redes sociales,
son parte imprescindible.
Tendría, no sé, tal vez 9 años y andaba en un
malibú (de esos de 1984), cuando, por costumbre adquirida de verlo todos los
días, en los carros vecinos (nunca en el propio), mientras comía un caramelo,
decidí arrojar el papel que lo cubría por la ventana del carro.
Mi padre frenó en seco, como nunca lo
recordara hasta hoy (mi padre, era un humorista nato, tanto que quien lo
conocía nunca sabía si era en serio lo que decía o no, hasta que lo conociera
en profundidad), y me dijo que no se criaba personas mal educadas en su casa y
que la ciudad, era una extensión de mi casa, así que me bajara, y recogiera lo
que había botado.
Como niño de nueve años de los ochentas, fui
obediente y contestón al mismo tiempo, así que mientras, una canción de Twisted
Sister me sonaba en la cabeza (para ser más exactos, la clásica de la rebeldía
juvenil de la época: “we´re not gonna
take it”), le preguntaba que por qué tenía que hacerlo (mientras abría la
puerta del carro), si todos los demás lo hacían también.
Me miró fijamente por el retrovisor y me dijo
algo que me ha acompañado como creencia hasta hoy: “Si sabes que está mal, y otros lo hacen, sé el primero en dar el
ejemplo, haciendo lo que se debe hacer”. Ese día aprendí de valores y
liderazgo (y hoy, cuando me despido de él, también aprendo sobre la importancia de un padre en la
crianza de un hijo).
En estas fechas, cuando está tan de moda el tema de la
conservación (y mucho antes del internet), supongo que nuestros padres nos
inculcaron el concepto de responsabilidad, extensible en esta época a las empresas (y a los emprendedores), con
el concepto de responsabilidad social, en donde, si podemos, debemos ayudar a
otros, o por lo menos, que nuestra presencia en el entorno, sea positiva, y no
neutral o destructiva.
Recuerdo esto, mientras hoy me devolvía del
cementerio, y veía que ninguno de nosotros dejaba detrás de sí, basura, sino
que la teníamos en la mano hasta llegar a nuestro carro, para botar luego, en
donde sí se debe colocar.
En el día a día del emprendedor y la empresa,
los valores a veces, como lo realmente importante, pasa desapercibido, pero, un
empleado, un socio, un proveedor o
incluso, un cliente, que no comparta los mismos valores que tú, son un problema
latente insuperable, que recomiendo controlar a tiempo.
Por ello, invierte más en descubrir y
estimular los valores que te interesan en el personal de tu empresa, para poder
reducir poco a poco (sin llegar a eliminarlos, por supuestos), los controles
internos en materia de hurtos y demás conductas poco honestas, además, de
mostrarte en tu entorno, como mínimo como un buen vecino, para que tu comunidad
se convierta en tu escudo, en estos tiempos tan complicados para el sector
privado a nivel mundial.
En fin, como valor aprendido de mi padre, si quieres cambiar para bien una conducta: "Empieza, contigo como ejemplo".
Fernando Fuentes Pinzón
@emprendovzla
3 comentarios:
gracias por compartir algo tan bonito! y si tienes toda la razón en este momento en el que ya es obligación ser conscientes de no hacer mas grande el problema que estamos haciendo por solucionarlo? al recibir una bolsa de plástico menos cada día y llevar las cosas en la mano o en la maleta ahorraríamos nada mas entre 300 y 360 bolsas al año y si lo hiciéramos cada año y no solo nosotros sino los que nos rodean otro mundo sería !
El mejor ejemplo...
Lamento mucho lo de su padre. El portal que atraviesan nuestros seres queridos deja tras de sí una estela de dolor sólo recompensadas por detalles tan dignos como el de un consejo sobre el papel arrojado al piso...Detalle que crece para rodearse de valores inmensos y dar al mundo a personas capaces de crear empresas para el futuro.
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